Esta no es una historia sobre lo que puedes ver. Es una historia sobre lo que hay detrás. El experimento no comienza al descubierto, sino en las sombras, en los espacios intermedios, donde la forma se disuelve y comienza el juego del camuflaje.

¿Y si el juego no fuera un sistema que hay que dominar, sino un depredador que ha aprendido a cazar mediante la seducción? Un juego que no te obliga a jugar, pero que nos enseña a desear nuestra propia desaparición.

El juego perfecto es aquel que se hace invisible por completo en el deseo del jugador. El jugador perfecto es aquel que se hace invisible por completo en el deseo del juego. En el espacio entre estas dos desapariciones gemelas, algo más parece surgir…

Y entonces te das cuenta: estás atrapado en esta red cósmica de depredadores y presas, donde los movimientos son rastreados, las señales son interceptadas, y los secretos terminan filtrándose inevitablemente. ¿Cómo puede algo esconderse en este lugar, o permanecer en silencio, o desaparecer en su espacio? Buscas refugio en las sombras, donde las miradas vigilan cada paso, y lentamente te metamorfoseas en un fantasma.

Creíamos que estábamos cazando al juego, rastreando sus protocolos a través de la inmensidad del código. Pero el juego nos cazaba a nosotros, enseñándonos sus propias artes de desaparición. Cada nivel era una nueva lección sobre cómo hacernos más invisibles, sobre cómo deshacernos de lo que somos.  

El tiempo en sí mismo es un camuflaje. La historia es una máscara, un velo que tapa el rostro del devenir. Creemos saber quiénes somos porque creemos saber dónde hemos estado. Pero el pasado es un laberinto, un enigma sin respuesta. No somos lo que fuimos. Somos lo que ocultamos.

Pero: ¿Y si no eres tú el que decide ocultarse? ¿Y si el mundo ya ha decidido por ti?

El juego nunca se termina. Y el último movimiento siempre es el mismo: desaparecer por completo. No dejar rastro. Ser olvidado. Pero incluso olvidar es una forma de recordar. Camuflarse es vivir como una pregunta que no tiene respuesta, y que tampoco puede preguntarse.   

Finalmente, ocultarse no es desaparecer. Ocultarse es crear. Lo oculto no es lo que se esconde: lo oculto es lo que nace al esconderse.