APHEX TWIN: BREVE HISTORIA DE UN ROSTRO ESCONDIDO

Por Federico Fernández Giordano

«Algo se encuentra ahora mismo invocando un demonio… Más allá de un proceso primario oculto (…) yace una invocación hiperoculta pilotada por la espiral.»

AMY IRELAND

'Richard D. James Album' - Aphex Twin, WARP, 1996

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Aphex Twin, «la figura más inventiva e influyente de la música electrónica contemporánea», no para de depararnos sorpresas. Desde el circuito local free-party de Cornualles hasta las macro raves globales, desde sus Selected Ambient Works hasta el  horrorismo jungle de Come to Daddy y sus colaboraciones con Chris Cunningham, el braindance, la experimentación electrónica más vanguardista o la música acústica computarizada, sus grabaciones son un festival de psicosis y luminosa imaginación mozartiana.


Se ha dicho que la pieza que abre y da título al EP Windowlicker (1999) estaba  inspirada en el infame género musical conocido como lounge porn-music (la música de las pelis porno de los años ochenta, vaya), pero en su conjunto las tres piezas del EP contienen todos los recursos sónicos y endemoniados del Aphex Twin de toda la vida, programaciones con rápidos breakbeats y voces manipuladas, drum’n’bass, secciones pegajosas, noise, jadeos y gemidos sexuales. La revista DJ Mag lo calificó como «R&B cíborg», mientras que Fact lo describió como «una mezcla de R&B y hip-hop escrito en el lenguaje de los glitches» (pero esto puede decirse de buena parte de la discografía de Aphex Twin). En la revista Pitchfork se decía que Windowlicker anticipaba futurísticamente (otro rasgo habitual de Aphex Twin)  elementos que luego se harían populares como las deconstrucciones de Flying Lotus o las voces estiradas de James Blake, el wobble y el dubstep.


Windowlicker no es un trabajo que destaque especialmente entre toda la discografía de Aphex Twin, pero sí que tenía escondidos algunos secretos que nos maravillaron al instante. Como se sabe, un espectrograma del track «Windowlicker» revela una espiral al final de la canción, un efecto logrado gracias al software para sintetizador MetaSynth que podía tomar cualquier imagen y generar sonidos a partir de ella, y que fue usado profusamente ese mismo año de 1999 en la película Matrix de las hermanas Wachowski. 

La espiral vista por el espectrograma de «Windowlicker».

El corte titulado «ΔMi−1 = −αΣn=1NDi[n] [Σj∈C[i]Fji[n − 1] +Fexti[n−1]]» (a.k.a. «Formula», o «Equation»), por su parte, contiene un rostro diabólico escondido al final del espectrograma. Ni Aphex Twin ni la discográfica habían revelado la existencia de este rostro, que fue descubierto por casualidad por el músico electrónico Chaos Machine. Al igual que ocurría en los mensajes satánicos de los LP de vinilo, el rostro estaba codificado secretamente en las ondas sonoras. Según se decía en su página web, Chaos Machine estaba jugando con WinAmp una noche cuando descubrió la cara demoníaca. Es importante señalar que la imagen no aparece en los archivos MP3 de la canción, ya que el algoritmo de compresión destruye la información gráfica.

La mayoría de músicos que utilizan MetaSynth introducen imágenes abstractas porque estas pueden generar sonidos con sentido. Las fotografías escaneadas, por el contrario, tienden a generar una especie de «rayado metálico discordante». Eric Wenger, creador del programa, hizo pasar fotografías realistas con imágenes de fábricas para algunas de sus composiciones de tecno industrial. «Definitivamente se trata de MetaSynth —declararía Edward Spiegel, director de proyecto de U&I Software de la bahía de San Francisco—. Me consta que James [Aphex Twin] usa el software. Lo mencionó en algunas entrevistas e incluso le escribió a Eric una fan-letter hace unos años.» Sin embargo, Spiegel tampoco estaba al corriente de las imágenes escondidas en las canciones. Resulta anecdótico que el propio Aphex Twin sea uno de los casos de artistas mainstream que guardan con más celo su vida privada y su imagen, aunque no es un hecho raro en la escena de la música electrónica que desde siempre ha jugado con el anonimato, priorizando la máquina o la sala de baile frente a las veleidades autorales, e imprimiendo a las nociones artísticas tradicionales un empuje revulsivo sin precedentes.    


El sentido (hiper)oculto en las imágenes abstractas, así pues, no habría sido develado hasta la llegada de las tecnologías digitales y en concreto el software espectrográfico. Ya sea por una particularidad de los algoritmos de compresión, o de las propias fluctuaciones de la imagen digital, la sinestesia de esas imágenes/sonidos se enrosca en la espiral-rostro de Aphex Twin revelando un orden maquínico escondido y que sería independiente de toda percepción cabal (humana) de sentido. Técnicamente no es un demonio lo que aparece en el tramo final del espectrograma de «Formula», pero sí es algo que se le parece mucho: un rostro que es un no-rostro, una mueca burlona que se mofa de la representación y el trampantojo y los sustituye por un lenguaje alien… La verdad es siempre una imagen abstracta, y eso lo saben bien las máquinas.