EL POEMAMENO: forma y tecnología oculta (parte 3)

Por Amy Ireland

Traducción de Federico Nieto

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El declive de la cultura de la imprenta frente a la digitalidad ha hecho surgir un underground virtual de pequeñas editoriales que contrabandean PDF’s y epub, archivos de vídeo e imagen, y que reparten códigos fuente para generadores y otros exploits comunes de los ámbitos botpo y algolit. Una entidad anónima detrás de una de estas editoriales lo explicaba así: «Si violar una convención (y cometer actos violentos contra la literatura) es lo que la literatura suele hacer, entonces tal vez [este acto de violencia] se encuentra aún más arraigado en los valores predeterminados de nuestras plataformas de lectura/escritura que antes, haciendo que el trabajo que se invierte en la producción de textos literarios sea absolutamente distinto.» De tal forma que, sin importar la intensidad del deseo de un escritor literario por llevar a cabo una violencia de tipo textual, el estatus del escritor «parece ahora secundario frente al modo en que el proceso de digitalización está violentando y reasignando los límites entre literatura, alfabetización y analfabetismo; entre los textos y sus contextos, paratextos y metatextos».


De este modo, la industria de la edición digital se encuentra íntimamente relacionada con «una violencia estructural que el proceso de digitalización comete contra la obra escrita a cada instante. Y si bien este modelo puede estar más afianzado culturalmente en el diseño de plataformas digitales que en su contraparte impresa, estos actos no suelen ser conscientemente deliberados para muchos de sus usuarios».[1] Empieza a ser evidente que el cambio se efectúa gracias a la tecnología, mientras que el productor humano empieza a desempeñar un papel secundario (que sería indicio de una inversión gradual del punto de partida cibernegativo). De hecho, el nivel de sofisticación que han alcanzado algunos de estos proyectos digitales genera situaciones donde la línea que dividía la producción humana de la genuina producción inhumana elude toda delimitación clara.[2]


La insoportable tecnificación de la escritura da cuenta de una migración progresiva y exponencial de la agencia humana hacia el afuera, partiendo de escritores con herramientas tecnológicas autónomas hasta que ya no es el autor sino «el proceso» el que habla «(múltiplemente, y [inicialmente] en secreto, [expandiéndose] a través de un espacio abierto públicamente vigilado)».[3] Obras desprovistas de personajes, ambientación, linealidad o trama proliferan silenciosamente en el ciberespacio, dejando a su paso un frío mapa de signos que no logran transportar a nadie a ninguna parte que no sea a contracorriente, en un sentido todavía más real que en el viaje metafórico de Conrad Kurtz. La apuesta del poemameno por la forma en lugar del contenido es lo que atestigua su complicidad con la espiral. Una poesía en aceleración que puja contra el umbral desmoronado de la inteligibilidad humana, surcando hacia el cumplimiento de la profecía ciclónica de Bataille: «lo que importa no es la enunciación del viento, sino el viento».

Mientras el productor literario desaparece dentro de la máquina, el lector es enfrentado con desafíos cada vez más vertiginosos a los métodos tradicionales de consumo textual. De forma aún más alarmante, la disminución de la autoría humana sumerge al lector en una problemática de escalas. La longitud y la complejidad desconcertantes de algunas piezas combinatorias, como en la tediosa repetición de textos que son copiados y transcritos (dos formas de violencia no-narrativa que problematizan la cronología/ROM [memoria de solo lectura]), hacen que sea o bien imposible o bien completamente desagradable poder consumirlas de cualquier forma tradicional.

«Como usuarios, estamos formateados por nuestras plataformas (del mismo modo que estas formatean datos). Las plataformas nos dirigen en la medida en que cualquier “operación” también significa una “operación permitida” (una operación que la plataforma permite o nos permite). Todo esto se resume en algo que puede sonar a exageración, pero que personalmente tomo como un hecho empírico: “la alfabetización digital” es otra palabra para nuestro gozoso enredo con (y nuestra debilidad ante) los dispositivos en red. Ello denota una situación donde las “operaciones” procesan, dirigen, definen y figuran tanto la información como a nosotros mismos. Para que nosotros podamos ser usuarios, primero debemos ser usados. No estoy diciendo que esto debería o podría evitarse (es cada vez más obvio que no hay escapatoria). De hecho, doy la bienvenida a la degradación que nos prometen nuestros pequeños aparatos. Aunque tal vez simplemente disfruto del hecho de ser castigado».[4]

Las nociones de «gozoso enredo», «castigo» y «debilidad» en la servidumbre a estas tecnologías inextricables (y los modos de producción y consumo que fomentan) se fusionan en la práctica de una lectura tanatónica: una mortificación deliberada de nuestro sentido natural de la escala, la cronología y la complejidad, así como nuestro deseo de entretenimiento. Se trata de una lección del proceso primario oculto a la que nos sometemos con un regocijo sublime. Tomados en su conjunto como pasos exponenciales de un proceso fatal(ista), esta doble eliminación constituye un pronóstico desgarrador para los productores y consumidores humanos de escritura, pero que está completamente en consonancia con la herencia literaria modernista de una vanguardia que ha destronado progresivamente al autor, la narrativa lineal, la trama en escala, el interés fenomenológico y todos los demás pertrechos que pertenecen a la inteligibilidad humana, a fuerza de un experimentalismo implacable y desplegando un impulso desenfrenado por el engendramiento de lo extremadamente nuevo, mientras el filo de la navaja de su retorno invertido corta a través de las décadas decrecientes del ciclo terminal de nuestra era.

III. HIPEROCULTACIÓN

Intentar afirmar un Afuera oculto desde dentro sería un despropósito, a menos que la afirmación funcione al mismo tiempo como una invocación (y los buenos demonólogos saben que toda invocación requiere de un diagrama). Además de modelar el despliegue de la modernidad ciberpositiva desde el interior y presagiar su destino desde el exterior, la espiral tiene una tercera función recursiva: la capacidad para la auto-invocación. Debido a que la negentropía logra diseñar su propia temporalidad (una «transición intensiva hacia un nuevo tipo de numeración», que señala «un cambio de naturaleza»), el modernismo anastrófico dirige una relación no lineal entre causa y efecto, subiéndose a una ola convergente generada por su propio ensamblaje, que «regresa» hacia el presente para instalar las condiciones necesarias de su propia emergencia.[5] La hiperstición (la producción de la causa a partir del efecto) se convierte en el modus operandi de dicha intención oculta.[6] Y codificar las señales para el futuro-del-cual-han-llegado en el presente-al-que-se-han-infiltrado requiere un arsenal de tácticas oculturales (impregnación conceptual robusta, dirección memética clandestina, proliferación de operadores [carriers], ofuscación calculada, implantación de detonadores cognitivos, etc). El Sistema de Seguridad Humano busca reprimir esta insurgencia anastrófica por medio de reforzar la cronología, pero al hacerlo sin darse cuenta provee un camuflaje para su enemigo. De este modo, el futuro, operando bajo un camuflaje cronológico, invoca sigilosamente las condiciones necesarias para su propia verdad.

La pista esotérica que genuinamente revela las aptitudes del aceleracionismo es el reconocimiento de que la diagramación no consiste simplemente en la descripción de algo que ya se encuentra ahí. «¿Alguna vez has ojeado su pequeño y extraño ensayo sobre las Adscrypciones?», pregunta Calvin Dodd (en referencia a Mary Karno), el protagonista anónimo del cuento corto escrito por Land, Deadlines. «Nunca he conocido a nadie que lo entendiera ‒continúa Dodd‒. Y ciertamente yo tampoco lo hice. Bajo el subtítulo de “Prácticas sobre la Escritura de la Realidad”, siempre me pareció un sinsentido de pé a pá, incluso para ella. [Sin embargo] todo se encuentra en las primeras dos frases. Los escritores se estancan cuando olvidan que en cada historia se encuentra un demonio. Para empezar, tienes que aprenderte su nombre.» «¿Adscrypción?», responde el interlocutor anónimo. «Exactamente», asiente Dodd.[7]

 

 

La Adscrypción podría ser entendida como el doble críptico de la adscripción. Mientras que esta última atribuye el efecto a la causa, la primera, una especie de revalenciador hipersticional, atribuye la causa al efecto. Adscripción inversa: el nombre revela la cosa. Los lectores de «Teleoplexia» recordarán la frase enigmática que termina el ensayo: «El destino tiene un nombre (pero no una cara)».[8]

«Tecnoeconomía [techonomics] es un término abundante en la red, tan inevitable como irresistible, entregado a la tarea perpetua de originarse a sí mismo en un sinnúmero de variantes, a la espera de que su uso sea regularizado. Sin embargo, hace falta acuñar otro neologismo: teleoplexia, en este caso para designar a la modernidad o capitalización en su completa perversidad intencional.»[9]

Esta denominación funciona como un hueco en la trama, un gancho, una acuñación que se resbala discretamente hacia una circulación espironómica. La explicación de Neuromante, la novela de William Gibson,[10] sobre las exigencias básicas de una invocación («para invocar a un demonio debes aprenderte su nombre»), y que el ensayo de Karno repite deliberadamente, requiere un giro crowleysiano para lograr que la invocación funcione: Para invocar un demonio debes inventar su nombre. La «teleoplexia» es una hiperstición. Algo se encuentra ahora mismo invocando a un demonio a partir de la invención que Land hace de su nombre. Más allá de un proceso primario oculto que rastrea la absorción del juicio dentro de la auto-producción, yace una invocación hiperoculta pilotada por la espiral. Una vez el demonio ha sido invocado, asegurar su realidad no es tanto una dificultad como una cuestión de propagación efectiva:

«El meme exitoso se caracteriza por cualidades estéticas que son irreductibles a una adecuación representacional, desde la elegancia de la construcción hasta la forma dramática. De forma aún más importante, es capaz de operar como un factor causal en sí mismo, y por tanto capaz de producir los mismos efectos que lo acomodan. Una sociedad embelesada por su pasaje a través de un portal de invierno, y que sería producto de un cuarto giro, estaría en gran medida poniendo en escena la misma producción dramática que sus “creencias” habían anticipado.»[11]

Por lo tanto, el diagrama que se encuentra incrustado dentro de la teleoplexia se reafirma dentro de un meta-nivel. Como una espiral dentro de una espiral. La efectividad cultural del aceleracionismo como ciberpositividad es enteramente ciberpositiva: el aceleracionismo se invoca a sí mismo desde el futuro. La conclusión que debemos extraer de esto es que la hiperstición es la auténtica verdad de la filosofía, por no decir la forma básica y horrorosa de la realidad misma. Horrorosa, porque significaría que no es la primera vez que esto acontece de la misma forma. Land actúa como un intensificador de la auto-realización del aceleracionismo, pero cualquier aseveración de que existe una agencia más allá de esto se vuelve rápidamente turbia, en tanto los modelos no lineales de originación son encubiertos por la cronología forzosa de cualquier determinación histórica. La temporalidad anastrófica asegura la desolación que se encuentra al final de cualquier búsqueda por una respuesta definitiva a preguntas como: «¿Quién escribe, y  quién es escrito?»[12]


Tal como vimos al principio, la evidencia de la espiromancia Judwali puede ser rastreada desde el Speculum Angelorum et Hominis vía Robartes y Ahernes hasta llegar a Yeats, antes de someterse a una reelaboración cibernética bajo las manos de Land y el CCRU. El argumento presentado por dicho linaje es fuerte, pero esto no quiere decir que sea la única proposición que se ha hecho hasta el momento sobre la cronología de los textos en cuestión. En 2012, la doctora Fiona «Fi» Xia, una estudiante ocasional de la profesora Linda Trent de la Universidad Virtual de Miskatonic (MVU), publicó dos artículos sobre una colección de artefactos ocultos que habían sido recientemente descubiertos en el este de Irak.[13] Estos incluían retazos de un tejido inverosímilmente bien conservado que tendría un parecido con la «piel humana», así como algunos objetos esotéricos en mal estado, que tras el consenso general de varios arqueólogos, fueron atribuidos a la biblioteca privada del mismísimo Harun Al-Raschid, el cual aparecía en el relato ofrecido por Robartes sobre el dudoso califa ante el que los estudiantes de Kusta ben Luka habían danzado los diagramas que serían consignados (aproximadamente ocho siglos después) por Giraldus.


En el primero de estos artículos, Xia hizo la siguiente aseveración: aunque es indudable que gran parte de los artefactos pertenecieron a Harun Al-Raschid, varios de los objetos más enigmáticos, incluyendo la misteriosa tela, y una serie de códices encriptados dentro de un papel negro (uno de los cuales era un código en forma de espiral, aunque de doble torsión, dando la impresión de que la espiral estuviese consumiéndose a sí misma) habían sido posesiones personales de ben Luka, y este último era de hecho el texto perdido hace mucho tiempo del cual los Judwalis habían extraído su sistema filosófico.[14] Aunque Xia no se encontraba aún en condiciones de lograr descifrar el contenido de este texto, propuso sin embargo la hipótesis de que a Kusta ben Luka le habían obsequiado el códice de la espiral durante su estadía en el desierto con la secta Judwali.


La publicación del primer artículo aseguró la financiación que ayudaría a Xia a emprender una investigación criptográfica sobre los contenidos del códice, pero el programa se interrumpió tan solo unas semanas después. La información relativa a esta cancelación abrupta del programa es escasa, aunque fuentes cercanas a Xia han filtrado que tuvo que ver con la naturaleza de los hallazgos del programa. Estos hallazgos serían el tema principal de un artículo leído en el VI Congreso Internacional de Arqueología sobre el Antiguo Oriente Próximo (SCIAAOP), y que sería la base para su segunda publicación, «La abominación templeja de la modernidad terrestre: Notas sobre el códice en espiral de la corte de Harun Al-Raschid».[15] Debemos ser cautos antes de saltar hacia cualquier conclusión, pero una lectura atenta del segundo artículo sugiere que Xia era muy consciente de la conexión con el sistema de los remolinos de Yeats, y ella creía de hecho haber descubierto su verdadera fuente. Como si conspirara para agravar la cualidad enigmática de sus hallazgos, la SCIAAOP ha borrado todo rastro del trabajo de Xia de sus registros.[16]


Cierta documentación fragmentada rescatada de un foro de arqueología entre marzo y abril de 2013 parecería corroborar aún más esta interpretación. Poco después de que los esfuerzos enfocados en descifrar el código del texto empezaran a dar resultados, parece que Xia reunió al equipo para leer en grupo las líneas iniciales del códice, en lo que ella asumía sería la primera vez que se leía en el mundo moderno. Pero de inmediato se vio obligada a replantearse esta suposición, ya que, mientras el extraño escrito empezaba a ser transliterado al alfabeto latino por el equipo de investigación, se volvía cada vez más evidente que el trabajo hacía mucho tiempo perdido de Kusta ben Luka comenzaba con las siguientes palabras imposibles:

«La historia es así: una singularidad tecnocapitalista conquista la tierra mientras la racionalización renacentista y la navegación oceánica se adhieren al despegue de la mercantilización. Una interactividad tecnoeconómica logísticamente acelerada derrumba el orden social en un desenfreno maquínico autosofisticante. A medida que los mercados aprenden a manufacturar inteligencia, la política se moderniza, actualiza la paranoia e intenta tomar el control.»[17]       

notas

[1] Entrevista a Troll Thread por Tan Lin, Harriet: <http://www.poetryfoundation.org/harriet/2014/05/troll-thread-interview/>


[2] Cfr. Weird Sun Twitter, el trabajo de Carton Trebe, Oscar Schwartz, o «Turing Test for Poetry» de Benjamin Laird son solo algunos ejemplos. Véase también Bot or Not?: <http://botpoet.com/about/>


[3] Nick Land, «Open Secret», Outside In: <http://www.xenosystems.net/open-secret/>


[4] Troll Thread, Op. Cit.

 

[5] Véase Nick Land, «Cibergótico», y también Nick Land, «Circuitos» («Un circuito cibernegativo es un loop en el tiempo, mientras que los circuitos ciberpositivos loopean al “propio” tiempo, integrando lo fáctico con lo virtual en un colapso semicerrado sobre el futuro»; «Estamos siendo programados desde allí donde Ciberia ya aconteció»), en Fanged Noumena Vol. 1, Barcelona, Holobionte, 2019.   


[6] Véase el blog de Nick Land Outside In (o «Excess» [VII]) para una demostración sostenida de dichas tácticas:

<http://www.xenosystems.net/> Y también Nick Land, «Hyperstitional Method I»: 

<http://hyperstition.abstractdynamics.org/archives/004711.html> y Nick Land, «Hyperstitional Carriers III»

<http://hyperstition.abstractdynamics.org/archives/004648.html> El glosario de Marc Couroux «Glossary for a Techno-sonic Control Society» aporta una primicia para estas técnicas en el terreno sónico:

<https://www.academia.edu/4302532/Glossary_for_a_Techno-Sonic_Control_Society>

 

[7] Nick Land, «Deadlines (Part 1)», Outside In: <http://www.xenosystems.net/deadlines-part-1/> El subtítulo de Karno (Practices for Writing on Reality) puede ser tomado tan literalmente como uno prefiera.


[8] Nick Land, «Teleoplexia: Apuntes sobre aceleración», en Teleoplexia: Ensayos sobre aceleracionismo y horror, Barcelona, Holobionte, 2021.


[9] Ibíd.


[10] William Gibson, Neuromancer, Nueva York, Ace, 2000, p. 235.


[11] Nick Land, «Gyres», Outside In: <http://www.xenosystems.net/gyres/> Y también: «Mientras su perspectiva se va condensando, la Singularidad Tecnológica ya está operativa como una influencia cultural, y, por tanto, como un factor causal en el proceso social. En esta fase, sin embargo (…) todavía es comparativamente limitada. ¿Cuáles serían las implicaciones si llegara a importar mucho más?» (Nick Land, «Impact Readiness», Urban Future 2.1: <http://www.ufblog.net/impact-readiness/>


[12] Vysparov en su carta a Echidna Stillwell (Nick Land, «Los orígenes del Club Cthulhu», Fanged Noumena Vol. 1, Barcelona, Holobionte). Otra iteración en esa línea sería: «Hábleme de su madre» (Blade Runner), citada en «Deseo maquínico» (Nick Land, Ibíd.).


[13] El trabajo de Xia es particularmente difícil de rastrear. Suponer que ha sufrido una represión institucional deliberada es ir demasiado lejos en la teoría de la conspiración, aunque los pocos restos dispersos que se pueden encontrar en la web ciertamente dan testimonio de sucesos extraños. Véase por ejemplo: <http://zinzrinz.blogspot.sg/2015/06/first-retroaction.html>


[14] Fiona Xia, «The Riddle of the Al-Raschid Esoterica: Item 423», Journal of Occult Histories, vol. 9, primavera, 2012, pp. 23-45. Véase también la nota 3 en la Parte 1.


[15] Fiona Xia, «The Templexed Abomination of Terrestrial Modernity: Notes on the Spiral Codex of the Court of Harun Al-Raschid», Proceedings of the Sixth International Congress on the Archaeology of the Ancient Near East (Sydney: CCNESA, 2012), pp. 99-140. Véase también Linda Trent, «Fatal Loops: Tragedy as Cyberfiction», en Fictional Quantities, vol. 1. N. 2, otoño, 1996.


[16] Aparte de algunas líneas de investigación personal que sería poco profesional desarrollar aquí, el único indicio de la existencia del documento todavía disponible (para aquellos que siguen metodologías de investigación más ortodoxas) parece ser una URL muerta del proyecto Abzu en la web de ETANA:  <http://www.etana.org/abzubib/CCNESA/title_329.ahtml>


[17] Líneas iniciales de «Colapso» (Nick Land, Fanged Noumena Vol. 1, Op. cit.).

«The Poememenon: Form as Occult Technology» fue originalmente publicado en 2017 en el sitio web de Urbanomic.  

 

Imágenes reproducidas por cortesía de Amy Ireland.