MI PRIMER «NFT» (Y POR QUÉ NO ME CAMBIÓ LA VIDA)

POR CORNELIA SOLLFRANK

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«Have Script, Will Destroy», Cornelia Sollfrank, 1999

En un mundo agradable y feliz, los NFT serían pequeñas cosas divertidas que podrías hacer, coleccionar o intercambiar, y sería genial. Es una pena que esto sea crypto.

 

    —David Gerard

En diciembre de 2021, Sakrowski, el comisario de panke.gallery (un espacio en Berlín centrado en el arte de internet), se acercó a mí para decirme que estaba planeando una exposición de NFT’s. Sin dar más detalles, me preguntó si estaría dispuesta a ofrecer NFT’s de mi trabajo. ¡Una buena pregunta! Hasta el momento yo era escéptica con el hype de los NFT, pero al mismo tiempo me interesaba formarme una opinión basada en la experiencia de primera mano (pero lo que sobre todo había despertado mi interés era el feroz rechazo de los NFT por parte del establishment del arte; debía de haber muchos aspectos interesantes). Los artistas han estado tratando de repensar la blockchain desde hace tiempo.[1] ¿Cómo abordar una tecnología que en los últimos años ha sido propuesta para superar a la WWW como «la próxima gran tecnología en red destinada a la especulación y la disrupción», y al mismo tiempo usarla para algo significativo, es decir, para algo que no esté únicamente motivado por la lógica del beneficio financiero? Así que acepté participar en el programa como una especie de experimento.

 

Los NFT son una aplicación de la tecnología blockchain, y me interesa especialmente explorar su hype en el contexto del arte. Un recordatorio rápido: no todos los NFT son arte. La abreviatura simplemente significa «fichas no fungibles» [non-fungible tokens], o sea, certificados de propiedad, principalmente para activos digitales «únicos» almacenados en la blockchain. Los NFT existen desde hace algunos años, pero como fenómeno cultural comenzaron a recibir atención de los medios tras las ventas de NFTs de obras de arte por las que se pagaron fortunas (la más espectacular la de Everyday: The First 5.000 Days, un collage digital vendido por más de 69 millones de dólares en una subasta de Christie’s en 2021). De repente todas las miradas se habían vuelto hacia el asunto, y me pregunté: ¿Cuál es el motivo de este repentino interés por el arte digital? ¿Por qué se pagan ahora millones por archivos digitales? Obviamente, los certificados digitales de propiedad han creado no solo un hype, sino también un mercado para el arte digital; pero ¿cuáles son las dinámicas que hay detrás? ¿Quién podría participar en los Art NFT, y quién podría tener éxito? ¿El NFT ofrece oportunidades más democráticas que las del mundo del arte tradicional? Y no menos importante: ¿cuál es el papel de la tecnología que lo sustenta? ¿Quién la ha inventado? ¿Quién la controla y en interés de quién? ¿Hay algún genio estrafalario detrás que ha logrado crear un fetiche que no sirve para nada más que mantener nuestra mente y nuestras máquinas ocupadas?

     

Mi manera de afrontar algunas de las abstracciones implícitas es el juego y la exploración abierta, con la esperanza de llegar a una mejor comprensión a través de la experiencia de sus contradicciones, de su confusión y sus absurdos, sumergiéndome en el campo en lugar de observarlo desde fuera.

¿NFT O NFS?

El punto de partida del enfoque curatorial de la exposición fue el arte generativo, es decir, arte que consiste esencialmente en un algoritmo que produce nuevas obras. La discusión sobre cuánto arte hay en una pieza de este tipo, o si la idea artística expresada en el algoritmo es o no la obra real, es algo característico de este género que definitivamente tiene a sus predecesores analógicos, pero que ahora ha encontrado un medio ideal para realizarse en la blockchain. Dado que no me preocupa tanto el mundo del criptoarte en general, sino el de las obras de arte vendidas como NFT, prefiero el término Art NFT, que se usa habitualmente para este propósito. Esto deja claro que también existe un comercio de NFT’s que no tiene ningún reclamo artístico.[2]

 

 

Siendo yo misma una de las Original Gangsters del arte en internet, me pregunto: ¿dónde se ubica mi trabajo dentro de esta dinámica? Adoro el medio digital por su maleabilidad inmaterial; siempre me gustó internet porque servía como una herramienta accesible de comunicación y distribución, permitiendo jugar con la identidad y el anonimato. Y siempre me fascinaron las obras de arte digitales debido a la imposibilidad inherente de identificar un original. En resumen, en los años noventa el trabajo artístico en internet ofrecía una plétora de posibilidades para explorar nuevas estrategias artísticas, pero también constituía un gran desafío: el arte de internet traería sus propias reglas y paradigmas, que estaban en buena medida en desacuerdo con lo que el mercado del arte necesitaba para funcionar. Los primeros artistas de internet fueron pioneros, una vanguardia-tech que implícitamente tuvo que padecer una crítica institucional, y los expertos que conocen y entienden aquella escena encuentran sus logros innegables. Por tanto, el mundo del arte mostró interés por el fenómeno, pero o bien los artistas podían adaptarse a las necesidades del mercado del arte, o bien caían por las grietas del sistema. Este panorama los dejaba en una situación ambigua y contradictoria, en la que, o trabajaban en contra de los principios de su propio arte, o… bueno, sencillamente desaparecían.

Como ejemplo de la ambigua relación entre el arte de internet y el mercado (tanto antes como ahora), escogí una camiseta que hasta donde sé solo se vende como artículo analógico.[3] Sin ningún punto de contacto con la tecnología blockchain, la prenda, diseñada por el artista esloveno Vuk Ćosić, muestra claramente la referencia al logo de NFT, pero con un pequeño giro: la última letra de la abreviatura de non-fungible tokens ha sido reemplazada por una S de «Not for Sale», lo que en términos de actitud hace toda la diferencia. ¡No está a la venta! Lo que parece un juego de palabras banal, se abre a complejas capas de significado a la luz de las propiedades mencionadas anteriormente sobre el arte de internet. Vuk Ćosić pertenece a los pioneros del net.art de los noventa, y es uno de los miembros del autodenominado Período Heroico del net.art.[4] Sin embargo, su actitud hacia el mercado del arte, como la de muchos otros colegas, ha sido y sigue siendo ambivalente hasta el día de hoy. Esta ambivalencia se expresa en un comportamiento contradictorio, en el que la crítica al NFT que se manifiesta en la camiseta de Ćosić va de la mano con la oferta de NFTs de los primeros trabajos del artista, disponibles en Postmasters Blockchain.[5]

// OG FLOWERS //

Estar involucrado en una exhibición de arte NFT, en primer lugar, plantea la pregunta de qué obras de arte tienen sentido para ser distribuidas de esta manera. Dado que durante muchos años me he dedicado al arte generativo, me pareció adecuado contribuir con obras de este campo. Mi Generador de net.art (1997) era un script Perl con una interfaz fácil de usar, y a lo largo de los años se ha convertido en una herramienta no sólo para generar nuevas obras sino también diversos discursos.[6] Uno de los temas fundamentales que planteaba era la originalidad y los derechos de autor, y utilicé las icónicas flores de Andy Warhol como caso de estudio. Usar las anonymous-warhol_flowers como NFTs serviría para la exploración de nuevas cuestiones. Como la idea era ofrecer una gran cantidad de NFTs por un precio razonable, decidí presentar una serie de 100 a 0,25ETH. Y para hacer referencia a mi papel como Original Gangster del net.art, el título escogido fue //OG Flowers//. La serie también hacía referencia a una fecha histórica de las criptomonedas, el día que alguien pagó con bitcoins por primera vez por algo real: una pizza de 10.000 bitcoins, el 22 de mayo de 2010.

 

 

Hace algunos años, produje un corpus de trabajo a partir de flores reelaboradas de Warhol, con el título Esto no es mío. Esta serie se centraba en resaltar la artificialidad de la noción de originalidad, la belleza de la copia interminable y la maleabilidad en el arte digital y sus implicaciones para el mundo/mercado del arte. Por tanto, ofrecer una selección de estas imágenes como NFTs no dejaba de ser un giro irónico.

Mientras que en el mercado del arte «real» las anonymous-warhol_flowers también se habían vendido en pequeñas cantidades como impresiones digitales, ahora podían estar en su hábitat original y desplegar todo su potencial estético y comercial en la red. Al término de la exposición se habían vendido 22 imágenes digitales de la serie, mientras que el resto aún espera a encontrar un coleccionista perspicaz, adquirible a través del sitio web de Office IMPART.


Para ahorrarle los costes de peaje a los artistas, implementamos el llamado «acuñado perezoso», lo que significa que el comprador crea el NFT en el momento de la compra y, por tanto, también se le cobra por ello. Solo cuando el activo digital ha sido acuñado y está disponible como NFT, se muestra en OpenSea, donde puede entrar en el ciclo de reventas interminables y donde los especuladores intentan obtener ganancias con Art NFTs. Aunque la exposición física ya ha finalizado los NFT siguen estando disponibles como objetos adquiribles, al menos mientras exista la tecnología que las hace posibles.

//OG Flowers//, #1-3, #6-8, anonymous-warhol_flowers

Todos los artistas que participaron pudieron atraer la atención y hacer algo de dinero, y las empresas de tecnología involucradas demostraron que su trabajo es útil para el mundo del arte. En qué medida la nueva tecnología también cambia los roles establecidos entre curadores, artistas y galeristas es otro aspecto del asunto. Los creadores de NFTs ya no dependen de los canales de venta tradicionales y mediadores de arte, si saben cómo ofrecer su trabajo on-line y llamar la atención de la escena.[7] Y aunque no se trata solo de cifras de ventas, estas tienen un papel importante en el contexto de las criptomonedas y el mercado del arte. Con el fin de analizar el hype con más detalle y entender qué hay detrás, los propietarios de Office IMPART producen regularmente un Informe de Arte+Tecnología para el cual realizan una encuesta internacional de compradores de NFTs. Básicamente, el informe muestra que la gran mayoría de las ventas tienen lugar en el sector de precios bajos, lo que resulta sorprendente dado que los titulares se centran habitualmente en las ventas millonarias. Además, para un gran número de compradores pertenecer a una determinada comunidad de coleccionistas de NFTs es de gran importancia.

EL Día después y durante

Sin embargo, algo me hizo y todavía me hace sentir incómoda con mi experiencia aparentemente positiva en la exhibición. Me pregunto: ¿Qué es lo que hace diferente este evento de los otros que tienen lugar off-line? La diferencia es que todo el programa estuvo enmarcado por el hype en torno al NFT, desde el mismo título. Como formato de exhibición, el Art NFT encarna el cambio de perspectiva que va de ver el arte como un campo de acción significativa al comercio y la lógica financiera. Con el Art NFT es difícil, si no imposible, no contar las ventas y sumar los ingresos finales y tomar esto como una medida significativa. En última instancia, esta es la función del NFT, una tecnología para la venta. Asimismo, los NFT no se venden automáticamente y los precios varían de forma importante. Aquí es donde entran en juego los mecanismos del mercado. ¿Quiénes son los actores que deciden el valor de un activo y por tanto su éxito en el mercado? Un mecanismo cuyo absurdo florecimiento puede observarse en el mercado tradicional, y que no es menos absurdo en el mercado NFT aunque sea ligeramente diferente. Las estrategias para crear un precio de 69 millones de dólares por el NFT de un collage son sorprendentemente similares, y quizá incluso más disparatadas, que la de aquellos que vendieron una calavera decorada con diamantes por 100 millones de dólares. Tiene sentido establecer un paralelismo entre los dos casos, ya que ambos parecen haber sido transacciones manipuladas, y en las que los propios artistas estuvieron involucrados activamente. Lo que escribió Amy Castro para Beeple también se podría aplicar a la calavera de Hirst: «Cómprese arte a sí mismo, publique un comunicado de prensa, los medios escribirán sobre eso, sólo tendrá que pagar la tarifa de transacción.» Y si tienes suerte habrás creado un valor de mercado para tu trabajo. ¿A alguien le sorprende este paralelismo? Por supuesto que no. Los grandes jugadores son grandes porque saben jugar el juego, cómo ajustar el sistema, básicamente porque eso es lo que les interesa, jugar el juego para ganar dinero.

 

 

Los historiadores del arte se han devanado por entender la inscripción a prueba de falsificaciones de la blockchain. Kolja Reichert, por ejemplo, sugirió que el NFT podría no ser más que «una ficción certificada de que [el propietario] tiene un original», o algo que podría confundirse fácilmente con la obra de arte en sí, en tanto «las obras de arte son el paradigma de los bienes únicos». El NFT es solo un indicador del activo on-line: «Debe señalarse que solo el token es no-fungible; el arte al que apunta está en un sitio web, bajo un control centralizado, y se puede cambiar fácilmente.»[8] Sin embargo, el NFT parece crear un aura para una copia digital que, de hecho, no es diferente de todas las demás copias de la misma pieza. «La obra en sí misma no puede ser portadora del aura», dice Reichert, «es la inscripción en el registro público de “propiedad” lo que permite que el reflejo de  su aura recaiga sobre la obra».[9] Y añade que «un NFT no transmite derechos de autor, derechos de uso, derechos morales ni de ningún otro tipo, a menos que haya una licencia explícita que lo indique».     

 

 

Con esto en mente, es difícil creer que todavía se trata de comprar/coleccionar arte. ¿No es el acto de compra en sí mismo lo que ocupa el centro del espacio, y probablemente lo que acaba convirtiéndose en el acto artístico real? ¿No es el coleccionista el verdadero artista aquí? Asumiendo que los compradores saben lo que están haciendo, la compra de un NFT se convierte en una declaración que demuestra dos cosas: 1) No me importa pagar dinero por algo que otras personas consideran que es absurdo; y 2) Soy parte del crypto-juego. Doble tanto. Demostrar riqueza y crear gusto es algo que comparten con todos los compradores de arte, además de tener un impacto en la dinámica del mercado. La asignación de dinero determina el valor, con la pequeña diferencia de que los compradores de criptoarte han creado su propio reino estético en gran medida fuera del alcance del mundo del arte tradicional, ya que aparentemente disponen de recursos infinitos para jugar. Y no es solo el mundo del arte tradicional el que está desconcertado por el nuevo poder del mercado: la lógica del dinero-rápido se está apoderando también de los críticos de arte y de los espacios off-line

 

 

A pesar de todas estas críticas justificadas, disfruté siendo parte del juego, sobre todo porque mi trabajo, y en particular el relacionado con las anonymous-warhol_flowers, quiere mostrar lo imposible que es siquiera pensar en un original, por no hablar de la autoría y la propiedad intelectual, a medida que estos conceptos son cada vez más fetichizados en el mundo del arte. Los NFT refuerzan estos paradigmas básicos y, aunque lo hacen de una manera ridícula, inverosímil y totalmente ineficaz, sus evangelistas han logrado crear la ficción de un nuevo mercado y convertirlo en uno real. Lo que también es interesante es que el mercado NFT y sus dinámicas relacionadas parecen reflejar los peores aspectos del mercado de gama alta de una forma condensada. Y más de lo mismo con el arte. Fue divertido vender NFTs de imágenes que yo no poseo, que yo no he creado (una máquina lo hizo), por lo que su autoría y su propiedad no se pueden aclarar. Estas imágenes operan en una zona gris legal y, por lo tanto, conceptualmente cumplen la ambigüedad que es propia del NFT. Ciertamente, en un campo como el arte, donde la mayoría trabaja demasiado por muy poco dinero y la competencia es feroz, la perspectiva de ganar dinero puede ser irresistible, ¡y ciertamente lo es!

 

 

Todo el asunto de la exhibición fue una experiencia aparentemente positiva, con todas las personas íntegras, agradables y profesionales, pero me pregunto dónde se ubica este evento en la escala más grande de la criptopolítica. Todas las ventas de NFT se realizan en criptomonedas, una de las principales aplicaciones de la tecnología blockchain. Para que estas monedas funcionen, es decir, suban y suban, siempre necesitan que fluya nuevo dinero y que se establezcan nuevas relaciones sociales dentro de la comunidad. En este sentido, se puede decir que las NFT han ampliado considerablemente la base social de las criptomonedas, realizando grandes transacciones pero también atrayendo una nueva clientela a la escena, que va desde las principales casas de subastas y los grandes museos (un prestigioso museo en Viena ofrece a Klimt en 10.000 piezas NFT) hasta un pequeño centro de arte basado en internet. Este movimiento desde el mundo del arte tradicional ‒incluida su legitimación como arte reconocido‒ hacia las NFT, junto con el nuevo y específico criptoarte, contribuye a legitimar el mundo criptográfico y a inyectar más dinero nuevo. Todos los jugadores que vienen del mundo del arte lo hacen por participar en el juego y tener su propia oportunidad de entrar en el capitalismo de casino. Lo cual me recuerda nuevamente a Gerard y cómo describía las dinámicas que en su opinión no constituyen más que una estafa:

 

 

  1. ¡Dile a los artistas que hay un chorro de dinero gratis!
  2. Necesitan comprar criptomonedas para obtener el chorro de dinero gratis.
  3. Se convierten en defensores de las criptomonedas y ponen excusas para las Proof-Of-Work, etc etc.
  4. ¡Algunos artistas realmente están ganando mucha pasta con esto!
  5. Tú probablemente no serás uno de ellos.

Eso es verdad, yo no lo fui. Si hubiera ganado dinero suficiente para cambiarme la vida, habría sido un resultado interesante de mi experimento práctico y probablemente habría borrado todas mis dudas. En vez de eso, todos los artistas que participaron en la exposición pudieron ganar algo de dinero, algunos bastante más que otros, pero probablemente no cambió la vida de nadie. Entonces, ¿qué queda aparte de los pocos ETH que, mientras tanto, vieron disminuir hasta un 40% de su valor?

 

 

Creo que mi inquietud proviene de darme cuenta de que la experiencia personal no es suficiente como base para la evaluación en esto. Fue interesante participar y acercarme al mundo de las criptomonedas y sus confusas herramientas. Mi conclusión, sin embargo, es que cada cual tiene que decidir si quiere entrar en el bombo de la criptomoneda, si quiere promocionarlo como artista, con su nombre, su trabajo y su credibilidad. Lo cual nos devuelve al discurso abstracto sobre las criptomonedas, y a la cuestión de cuáles son sus principales intereses.       

 

Notas

 

[1] Cfr. Artists: Re-Thinking the Blockchain, Ruth Catlow, Marc Garrett, Nathan Jones y Sam Skinner, eds., Liverpool University Press, 2017, p. 21.

 

[2] La edición limitada fue lanzada por Aksioma, el Instituto de Arte Contemporáneo de Liubliana, y se agotó rápidamente.

 

[3] Miniaturas del Período Heroico se encuentran a la venta en: <http://art.teleportacia.org/exhibition/miniatures/>

 

[4] La Postmasters Gallery en Nueva York tiene un largo historial exhibiendo el trabajo digital y basado en internet, y desde hace poco también ejecuta una interfaz Web3 para ventas de NFTs:

<https://postmastersblockchain.com/artists/vuk-cosic/>

 

[5] Una reflexión sobre el Generador de net.art como herramienta conceptual puede encontrarse en el e-book Fix My Code, Cornelia Sollfrank y Winnie Soon, EECLECTIC, 2021.

 

[6] Los artistas Kim Asendorf y Jonas Lund, por ejemplo, quieren mantener el control de gran parte de la infraestructura técnica e integrar la tecnología correspondiente en sus propias páginas web, lo que también viene a cumplir una de las promesas del net.art original. Otros dos artistas de la muestra utilizaron la atención recibida en los medios para vender nuevas ediciones de NFTs independientemente de las galerías.

 

[7] David Gerard: <https://davidgerard.co.uk/blockchain/2021/03/11/nfts-crypto-grifters-try-to-scam-artists-again/>

 

[8] La noción de propiedad digital también es discutida por Gerard, que concluye que es un concepto sin significado en el mundo de las definiciones legales de propiedad. 

  

«My first NFT, and why it was not a life-changing experience», de Cornelia Sollfrank, fue originalmente publicado en Makery.info, 31/05/2022, como parte de la serie From Commons to NFTs, Felix Stalder, Shu Lea Cheang y Ewen Chardronnet (eds.): https://www.makery.info/en/category/from-commons-to-nfts/