EDITORIAL: lo nuevo, lo viejo, lo nuevo...

EDITORIAL

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La modernidad está viviendo de lle­no en el apocalipsis. O, más precisamente, y como pronto veremos, después del apocalipsis. Por eso la modernidad se ha condenado a no entender nada de lo que la historia le trae de realmente nuevo.

Bruno Latour; Facing Gaia (2017)

Apocalipsis (del griego apokalypsis: «revelar», «desvelar») significa en primer lugar un «punto de giro». En este sentido, el pensamiento apocalíptico es algo muy distinto del típico pensamiento ca­tastrófico. El apocalipsis nos habilita para mirar desde el futuro hacia el pasado, incluido el tiempo presente.

Armen Avanessian; Future Metaphysics (2020)

Enero, 2021. A mediados de la década 2000, cuando aquí empezaban a instalarse las redes sociales, la cultura del upgrade y esa infame degeneración del tecno llamada ambient chill out, casi nadie pensaba en el apocalipsis (ni siquiera en su sentido estricto de «giro»). Nadie quería realmente un punto de giro; y, lo que es peor, nadie creía que fuera ni remotamente posible la producción de algo nuevo. «¿Por qué?» «¿Para qué?» «¡Si ya está todo hecho!», solíamos oír.

 

 

El verdadero desastre se estaba fraguando en esa indolencia y en esa incredulidad y en esa pereza para pensar en lo nuevo. La consabida frase «Todo está hecho», pronunciada hasta la saciedad en aquellos tiempos, era el síntoma inequívoco de esto. Decíamos «Todo está hecho», o «Todo está pensado», como si fuera lo más lógico del mundo. Un error que puede ser fatal si no se corrige a tiempo; o, como dice Armen Avanessian en su libro de 2020 Future Metaphysics, si no recuperamos las fuerzas especulativas que hay en el pensamiento.   

 

 

Decir «Todo está hecho» no solo equivale a perder de vista la realidad, sino que es indicativo de una manera de ver el mundo típicamente correlacionista (el mundo existe desde donde yo lo veo; el salón familiar de «lo bueno conocido»). En realidad, decimos «Todo está hecho» para señalar una arbitraria finitud de los límites. Decir «Todo está hecho» equivale a situarnos voluntariamente en un estado de coma cerebral y xenofobia transcendental (porque todo lo nuevo, por definición, viene de afuera de nuestros límites pensables o previsibles). Puede parecernos que el pasado se repite en el presente, pero esto es solo una ilusión de perspectiva. Zaratustra tuvo un mal viaje de cornezuelo y todavía no nos hemos recuperado: pues no es «lo Mismo» lo que regresa eternamente, sino lo nuevo-siempre.

 

 

Este mes de enero en Xenomórfica hemos tenido dos traducciones para hablar de formas nuevas de pensar: un alegato político de Alex Williams y Nick Srnicek, escrito en su día como apostilla para sus trabajos más conocidos; y la filósofa británica Nina Power con un ensayo sobre inhumanismo. También nos hemos sumergido en el horror cósmico de Lovecraft, de la mano de Jorge Fernández Gonzalo. Y un reportaje que analiza las obras más emblemáticas de la artista taiwanesa Shu Lea Cheang, firmado por Toxic Lesbian

CONTENIDOS (ENERO 2021)